miércoles, 22 de abril de 2009

CyL (22 de abril de 2009)

Víspera de fiesta en recuerdo de un desgraciado suceso histórico que aniquiló los arrestos reivindicativos de esta tierra. El tiempo fue barnizando el acontecimiento con el tono que más convenía a cada momento y ahora sirve para discursos poco convincentes y menos eficaces. Ya no se discute la fecha elegida para celebrar el Día de la Comunidad, como algunos hacían hace años y hoy son unos entregados del invento, sino más bien qué es lo que se celebra.

Castilla y León, como territorio unido por el matrimonio de la autonomía, pasa por una crisis de pareja que cada vez cuesta más disimular. Y el riesgo de divorcio tiene hasta su diccionario de impronunciables: identidad, castellanosleoneses, comunidad histórica…, y el vocablo que más ofende al personal: Valladolid.

Nunca ha habido que buscar demasiadas excusas por estos lares para dar cera a Pucela, capital maldita sobre la que se proyecta una pesada sombra de neocentralismo difícil de digerir por la periferia. No he sido de los que se han complacido con abundar en la pésima imagen de nuestros vecinos del sur, aunque a veces a uno no le deja el nervio. Porque lejos de estereotipos viciados en esa percepción de la capital del Pisuerga, parece evidente que el embudo se estrecha en sus orillas. Los agravios se amontonan y León, en felina maniobra, prepara desde hace tiempo la gatera por la que escapar. Menos diáfano es el panorama de los castellanos de toda la vida, que habrán de ir de la mano de Valladolid en jubilosa y perpetua hermandad castellana, con el único refugio del paraguas del localismo.

La última afrenta toca la salud. Con los oncólogos sublevados, modernos comuneros contra la tiranía, se divulga el anuncio de una manifestación para el día 30 a las ocho y media frente al Yagüe. Internet ayuda en la tarea y los correos no dejan lugar a dudas: “Asunto: querer llevarse el servicio de referencia de oncología (tratamiento del cáncer) de Burgos a Valladolid, así como el banco de sangre y con ello todas las subvenciones. Nos vemos allí”. Y mañana, en Villalar.

4 comentarios:

Luken dijo...

En la protesta del día 30 seguro que nos vemos. En Villalar mucho me temo que no. Eso no va conmigo.
Y no sólo es el Servicio de Oncología o el Banco de Sangre, son muchas más cosas las que hacen que nuestra visión de esa ciudad sea cada vez peor. Espero que algún día este invento se resquebraje y sólo quede un pésimo recuerdo!

Anónimo dijo...

Bueno, casi totalmente de acuerdo. La división de Castilla y León, si alguna vez se produce, debería debatirse ampliamente. Yo estudié la cantinela de León 5, León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia. Castilla la Vieja era Santander, Burgos, Logroño, Soria Segovia y Ávila. (No negaré que hay que ha estudiado el cambio de Valladolid y Palencia). De todas formas surge otra alternativa que sería considerar tres trozos. Pero lo que a mi más me gusta es un Burgos sólo (como Cantabria o La Rioja) y con instituciones en Aranda y en Miranda.

Un saludo

Teresa dijo...

Imagino un país sin autonomías, donde el derroche presupuestario no se detenga en tanto conjunto de políticos y sus cohortes de feligreses. Esto sí es un cáncer que hay que extirpar.

Pablo Méndez dijo...

No, no estuve en Villalar, Luken, era una ironía. Me alegra encontrarte por aquí al cabo de los años.
Sí, Anónimo, yo también recuerdo aquellas divisiones regionales tan particulares. Lo de Burgos como Cantabria o La Rioja me da que no está en la hoja de ruta.
Bip imaginando... El modelo es el modelo, (nos) cueste lo que (nos) cueste.

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