martes, 15 de marzo de 2011

CUENTAS. CUENTOS. (marzo de 2011)

Agota legislatura la mayoría absoluta entre la terquedad de hacernos creer que lo innecesario era imprescindible, y alguna resolución judicial que abochornaría al más desahogado. De lo primero, entre muchos ejemplos, hay sobradas muestras en nuestras calles del despilfarro de mal gusto; de lo segundo, más de lo mismo. Por partes.

Comprometidos hasta las cejas, la deuda del Ayuntamiento ya nos colocó en 2009 en el vigésimo puesto en la lista de los más endeudados, ascendiendo al decimoséptimo si consideráramos únicamente a las capitales de provincia, Ceuta incluida. En esto sí que estamos en la primera división, lejos, muy lejos del Gallardón Team (como todos), pero cerca, demasiado cerca de urbes más grandes que pueden repartir mejor el pasivo entre sus vecinos. Ajenos a la autocrítica, encantados de conocerse, la mayoría absoluta comienza a hacer balance y presume de haber cambiado la imagen de la ciudad, colgándose con descarada frecuencia medallas que de ninguna manera le corresponden. Y sí, en muchos casos han cambiado la cara de esta ciudad, evidentemente a peor.

A la espera de conocer con detalle sobrecostes y sobresueldos, cañonazos con pólvora ajena, y con el paraguas abierto ante el chaparrón de inauguraciones que se avecinan para llegar en forma a finales de mayo, el futuro económico del consistorio puede estar atado de pies y manos con la herencia que la mayoría absoluta deja. Añádanse a todo esto las desviaciones presupuestarias de grandes proyectos en manos de consorcios y acabaremos de dibujar un panorama más que sombrío. Todos pagaremos los platos rotos, que a nadie le quepa la menor duda. La oposición denuncia que entre los damnificados de tan pesado lastre estarán las asociaciones que desarrollan importantes programas sociales, que verán cómo menguan las aportaciones que reciben. Fin de fiesta. Pies fríos y cabeza caliente.

Existen otras deudas que la mayoría absoluta nunca podrá pagar, como esa tan desgraciada de tener aversión a la libertad de expresión. Así empezó la era Aparicio hace ocho años, con la tijera pronta, y así va a acabar, con uno de sus ediles (un asunto particular, dicen), intentando acallar las voces discrepantes, pidiendo incluso cárcel para quienes ejercieron su legítimo derecho a la crítica. La Justicia se ha pronunciado y ha puesto al querellante en su sitio. El partido al que pertenece no… sabe, no contesta. Y colorín colorado.


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