martes, 30 de octubre de 2007

RUMORES, BASURAS (4 de octubre de 2007)

Hace algunos años un sargento borracho robaba a tiros la vida de un soldado en la cantina de un cuartel de Burgos. A aquel pobre muchacho seguramente hoy le recuerden apenas un puñado de personas: su familia, sus amigos, los militares que conocieron el caso, seguramente los compañeros que asistieron horrorizados al asesinato… y yo en estos días. Porque a ese joven le mataron dos veces: una, con la bala del asesino; la otra, con las versiones, las habladurías, la mierda que vomitan los que nunca saben pero siempre hablan. Lo peor es que entonces hasta algunos medios se hicieron eco de la basura, convirtiendo la murmuración en noticia.

Hace pocos días el tren arrancaba la juventud a dos chavales. Se oyó decir que estaban pintando, o quizá tirando piedras al paso de los vagones, o de botellón. Todo mentira. Pasan los años, y seguimos con esa espantosa costumbre del infundio, bastardo o huérfano, tanto da, porque nadie le reconoce como suyo, pero que tantos adoptan porque hay que competir en el chisme, sabiendo más que el vecino. Es una costumbre repugnante, que inevitablemente me recuerda a una España ágrafa y racionada, cuentista y palanganera, cotilla hasta más no poder.

Les daré algo de qué hablar, información cien por cien de fiar: uno de los chavales era educado y servicial, al que alguna vez vimos ofrecerse para subir las bolsas de la compra cuando alguien iba muy cargado, uno de esos comportamientos que tantos dicen que los jóvenes no tienen. Otra mentira, porque los vicios y defectos de unos pocos siempre acaban mancillando las virtudes de la mayoría. Y me voy a tragar esta vez, por falta de espacio, lo que pienso de nuestras administraciones. Me importan nada las obras; sólo sé que estamos en 2007 y las vías siguen en la ciudad. Lo demás es el bla, bla, bla que tan bien conocemos aquí.

Y los chicos sólo cruzaban las vías, nada más. No merecen que les arrollen dos veces.


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