domingo, 21 de marzo de 2010

ESTATUAS (marzo de 2010)

La ciudad se nos ha llenado de posguerra con esas figuras que transitan de lo burdo a lo kitsch. Tanto presumir de vanguardia en museos de contenido prehistórico y con la quincalla de molde desparramada por nuestras calles se nos han visto las enaguas de la bisabuela. Refugiados en la variedad de gustos, nuestros dirigentes munícipes creen soslayar el atentado estético, pero se equivocan. Que expliquen qué criterios artísticos se han seguido a la hora de comprar la morralla, a qué expertos de talla internacional se ha consultado para la penúltima ocurrencia de la capitalidad de la nada, a qué escultores de fama universal estamos haciendo ricos.

Digo yo si toda esta figuración de pacotilla no esconderá, sin pretenderlo, una metáfora de cómo se está actuando desde el gobierno municipal ante las sombras que amenazan el futuro de la ciudad: la inacción, el silencio. Con todas las de la ley para poner a cada uno en su sitio y cerrar bocas -la del alcalde de Valladolid con el asunto de la Unidad de Consejo Genético; la de Villanueva en el tema de las cajas; la de Herrera en uno y otro caso al menos-, no han sido capaces, Aparicio a la cabeza, de dar un paso al frente para defender los intereses de quienes les eligieron para ese cometido. Petrificados, paralizados, como disciplinadas estatuas puestas por la autoridad competente. Qué pena.

Así que vengan obras y zonas peatonales, ferias de la chorrez y baldosas de quita y pon, narcotizando la cruda realidad, la de Burgos en pernetas (¡ay, Virgilio!), aterida e indefensa. Y si se trata de seguir adornando las aceras con monigotes típicos de nuestra tradición, que no echen en el olvido dos de nuestros más genuinos tipos históricos: el cacique y el especulador. Se me ocurren unas cuantas ubicaciones, pero seguro que para ese menester no es necesario aportar ideas.

Posdata (necesaria): Ni cautivo ni desarmado. Otra vez ponen en mis manos el mejor tesoro: libertad, sin condiciones ni fronteras, opinión sin territorios prohibidos. Así sea. Gracias.




(Desde este mes de marzo existe en Burgos una nueva publicación llamada Burgos Ciudad. Quienes la editan me ofrecieron escribir la columna de la contraportada, que he acogido con cariño y agradecimiento. Nada sustituye del todo a algo o a alguien, y el silencio de La Palabra de Burgos duele, pero los textos de este nuevo rincón de palabras que me regalan serán quienes ocupen el fuste principal de este blog).

3 comentarios:

Teresa dijo...

Has tardado muchos minutos en traer tu columna a la era digital y las estatuas se han clonado como cosa boba. Creo que a este paso será un caso sesudo para el Centro de Enfermedades Raras.

El silencio de La Palabra nos ha dejado una espinita clavada en el pensamiento. Incluso al propio DB. Que estoy segura que ha perdido audiencia. Debería haber sido más inteligente y apoyar a la oposición para enriquecer la diversidad de opiniones.

Ángel Alonso dijo...

Ya pensaba que este blog se había convertido en otra estatua más de mi Ciudad, pero ahora que camina de nuevo, seguiré de cerca sus pasos por lo que pueda pasar.

Saludos y suerte Pablo.

Yolanda Gutiérrez Martos dijo...

He llegado hasta aquí por casualidad, y he decir que me ha encantado lo que he leído. ¡Ha sido una grata sorpresa!

¡¡Buenas palabras... buen decir!!

Un saludo y un abrazo.

Yolanda

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